A nadie se le escapa que el mundo del viaje ha cambiado. La democratización que han supuesto las compañías low – cost, entre otros factores, ha convertido en destino turístico lugares que nunca habían soñado en serlo. En paralelo, ha consolidado y ampliado el público objetivo de aquellos que ya estaban bien caracterizados. A las oportunidades de negocio que genera la nueva situación se une también una paradoja: el público final viaja más que nunca pero se informa también menos que antes, ya que se improvisan más desplazamientos de última hora en función de la oferta. Como resultado, las calles se llenan de un público ávido de información, de propuestas de actividades, que a veces no encuentran satisfacción porque la oficina de turismo está cerrada o porque aquel “secreto” fantástico indicado en las redes sociales no es exacto o en realidad es tan conocido que resulta imposible visitarlo.
La solución: trasladar aquella información que a menudo se ha creado para los soportes analógicos, adaptándola, al mundo digital en movilidad. No se trata de crear una simple app e incluir dentro cuatro datos generales, sino de aprovechar las posibilidades que brindan la realidad aumentada, la visita virtual, el vídeo, la geolocalización… para aportar información relevante, interactiva y que permita a la vez gestionar el flujo turístico, derivando la atención hacia lugares que a veces quedan fuera del foco de atención del turista. No basta con poner la información online: hay que presentarla en un modo fluido, atrayente… y correctamente gestionada para conseguir los objetivos de promoción turística que se fijen de antemano. De lo contrario, será Pokemon Go quien decida el cómo, el cuándo y el qué visitar en cada momento.